La decadencia de valores reflejada en Tormento: Análisis sobre los valores decadentes plasmados mediante la parodia en Tormento (por Álvaro Martínez Majado)
Tormento
comienza de forma dialogada. El diálogo es un recurso que se asocia
habitualmente al teatro y que no es muy frecuente en una novela. Uno de
los personajes de Tormento es un escritor de novelas folletín. Sin embargo, Tormento
es una novela de un estilo literario que nada tiene que ver con esa
clase de textos. ¿Cómo pueden combinarse todas estas características en Tormento?
Benito
Perez Galdós juega con cuatro elementos activos que tienen que
participar necesariamente en la composición de lugar que el receptor de
la obra se hace de Tormento para el texto tenga un sentido
completo. Los cuatro elementos son: el diálogo de apertura y el de
cierre, la novela de folletín de Ido del Sagrario, el texto del narrador
y el lector. Mediante la combinación de los tres primeros elementos,
el último (esto es, el lector) recibe la información necesaria como
para poder hacerse una composición de la novela en si, de Tormento,
sin necesidad de introducir un narrador omnisciente que resultaría
inverosímil. Y, como toda inverosimilitud, esta clase de narrador sería
inaceptable en una novela realista. Tormento es una novela
adscrita a ese género literario gracias a lo cual podemos entrever en
ella la decadencia de ciertos valores en la sociedad decimonónica.
Explica Diego Martínez Torrón en su texto El naturalismo de «La Regenta»
que Leopoldo Alas «Clarín» denuncia el “dominio y manipulación de la
intimidad, ahogo del sentimiento del amor humano, asfixia de la vida”
que lleva a cabo Fermín de Pas – en representación de la Iglesia
moralmente decadente – en Ana Ozores. No hay que pensar con ello que
Clarín condenaba la religión católica como culto y la Iglesia como
institución en su totalidad, sino que atribuía estas consecuencias a esa
parte de la institución que olvidaba lo cristiano y veía su posición
como un beneficio social. Prueba de ello es que ninguna crítica negativa
se dirige hacia el personaje del obispo, sino todo lo contrario.
Se
podría establecer un cierto paralelismo entre estos dos personajes de
La Regenta de Clarín y dos personajes, relacionados también con la
Iglesia, que aparecen en Tormento: Pedro Polo y el padre Nones. El primero hace en Tormento
un papel similar al de Fermín de Pas en La Regenta en tanto que
pertenece a la Iglesia pero no comulga con su doctrina, sino que busca
una mejor posición en la sociedad; y el segundo, representa el sector
sinceramente cristiano.
Es obvio que el personaje de Tormento
llamado Pedro Polo, como Fermín de Pas, representa al sector de la
Iglesia que ha caído en la bajeza moral y que se sitúa alejada de sus
orígenes cristianos – no desde un punto de vista del quehacer diario en
el lugar de culto, sino desde el punto de vista de la actitud
cristiana –. A ambos personajes les sirve su posición dentro de dicha
institución para la ascensión social. Pedro Polo consigue una posición
muy beneficiosa aunque luego la pierde a causa de su propio carácter y
contradicciones, como el narrador adelanta al lector antes incluso de
que el personaje se haya presentado:
¿A dónde fueron a parar sus relaciones eclesiásticas y civiles, el lucro de sus hinchados sermones, el regalo de su casa y su excelente mesa? Todo desapareció; llevóselo todo la trampa en el breve espacio de un año, quedando sólo, de tantas grandezas, ruinas lastimosas.
La
decadencia que encarna el personaje se puede demostrar con numerosos
ejemplos. Se trata de un cura que no ha respetado el voto de castidad,
por poner uno. Otro ejemplo claro es su actitud nada acorde con la
moral cristiana incluso en el periodo en el que ejerce de cura: se le
acusa de malos tratos (“Alarmados los padres por los malos tratos de
que eran objeto aquellos pedazos de su corazón [en la escuela de Pedro
Polo], les retiraban de la clase, poniéndoles en otra de procedimientos
más benignos.”) , de reñir con otros curas (“Cuentan que en la
sacristía de las iglesias a donde solía ir [Pedro Polo] a celebrar misa
armaba reyerta con los demás curas, y que un día él y otro de carácter
poco sufrido hablaron más de la cuenta y por poco se pegan.) y tiene
una opinión extremadamente crítica y negativa de la función y los
miembros de la Iglesia (“¿Cómo había de servir para afeitar ranas, que
esto y no otra cosa era aquel menguado oficio?… Se marchó contento y
renegando de las monjas”).
“La explicación de semejante degeneración moral se encuentra” – tal y como indica Hazel Gold en Tormento.
Vivir un dramón, dramatizar una novela – “en su sencilla inadaptación
temperamental al papel que le ha sido impuesto por esa mala elección
profesional.” Ese fue el gran error del cura: errar en la elección de su
profesión. Y es que su ideología dista mucho – más que eso: es
incompatible – de la que se desprende de Iglesia Católica como
institución en esa época determinada. En cierto momento de la novela el
lector llega a conocer sus deseos: «Gran revolución en España; caída de
la Monarquía; abolición del estado eclesiástico oficial; libertad de
cultos…».
Pero no son los de la Iglesia Católica los únicos valores en decadencia en Tormento.
Otro de los pilares de la sociedad tradicional decimonónica también lo
está: la familia. Tal vez el fragmento que mejor lo ejemplifica es el
siguiente:
«Si por disposición del Señor Omnipotente, Bringas llegase a faltar… y sólo de pensarlo me horripilo, porque es mi esposo querido… pero supongamos que Dios quisiese llamar a sí a este ángel… Yo lo sentiría mucho; tendría una pena tan grande, tan grande, que no hay palabras con que decirlo… Pero al año y medio o a los dos años, me casaría con este animal… Yo le desbastaría, yo lo afinaría, y así mis hijos, los hijos de Bringas, tendrían una gran posición y creo, sí… lo digo con fe y sinceridad, creo que su padre me bendeciría desde el Cielo»
Este
fragmento de ejemplo incluye los dos valores en decadencia comentados
hasta ahora: la moral y la familia. Rosalía Pipaón, aunque sin
aceptarlo – ni siquiera puede aceptarlo ante si misma – llega a desear
la muerte de su marido por compartir la fortuna de su primo Agustín.
Esto muestra un claro declive de la familia como institución, puesto
que para Rosalía es posible, y sin remordimientos, pensar en una vida
factible (e incluso placentera) posterior a la ruptura del núcleo
familiar. Y precisamente por la falta de remordimientos se demuestra
también el declive moral.
Ni
que decir tiene que la honra no es sino otro valor más decrépito. La
sola comparación con una obra cualquiera calderoniana, de cuando el
valor de la honra gozaba de su máximo esplendor, constituye el mejor
testigo de su pérdida de validez, por el contraste con la situación ante
la que el lector se enfrenta en Tormento: ni el cura la
conserva, puesto que no ha respetado la castidad que se le supone, ni
Amparo, porque no es virgen y porque pretendía casarse a pesar de eso,
ni Agustín, puesto que acepta a Amparo como amante.
¿Y
qué medio mejor que la parodia para introducir todas estas
observaciones en una obra realista? De cualquier otro modo su inserción
hubiese convertido Tormento en un ensayo, un simple texto explicativo de la escala de valores de la sociedad en la que el autor vive.
De
hecho, toda la novela se basa en parodias. Hasta la forma misma en la
que se nos presenta: el texto de folletín de Ido del Sagrario es
parodiado y sus personajes son trasladados a la novela; pero, a su vez,
son adaptados al discurso del texto realista, lo que implica su
conversión a menos maniqueos y puros y a más híbridos. Por ejemplo: las
dos pobres honradas de la novela de folletín pasan a ser Amparo y
Remedio, que no siempre carecen de recursos económicos y de ningún modo
son honradas, al menos en el sentido tradicional.
A
través de esta parodia mas o menos formal, parecida a una
trascodificación, es como se llega a la parodia que deja el testimonio
de la decadencia de los valores, puesto que el texto folletinesco es
refleja, hace suyo, el código moral en el que se basan instituciones las
tradicionales sustentadas también en los valores decadentes
comentados.
Así, mediante
la parodia del texto de las novelas de folletín, es como se llega a
plasmar en la novela el declive de ciertos valores como el de la
familia, la moral y la religión y la honra en la sociedad decimonónica.
Bibliografía
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Hazel Gold. Tormento.- Vivir un dramón, dramatizar una novela [en línea]. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2006 [fecha de consulta: 21 de noviembre del 2006]. Disponible en <http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12383874243470495321435/p0000004.htm>.
Fuente del artículo: alvaro-martinez.net
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